Man on Fire es una película de acción de Hollywood de 2004 que entra en un subgénero muy particular que es “película que pasan en el Canal 5 cuando vas a la taquería un jueves 2x1 por tacos al pastor”. El elenco es bueno, especialmente Denzel Washington quien brilla como protagonista, y tiene buenos momentos de acción, si bien tiene un estilo de dirección agresivamente “dosmilero”. La trama trata sobre la venganza de John Creasy, un ex-agente de la CIA y ahora guardaespaldas, sobre el secuestro y asesinato de su protegida, la preciosa niña güera Lupita Ramos. Es una película promedio del género de acción, sin embargo, tiene un detalle que me parece fascinante: la película fue grabada directamente en Ciudad de México, dos años antes de la guerra contra el narco y tres después del ataque a las torres gemelas. La CDMX no es sólo un escenario exótico para la historia, sino un personaje más del reparto que reflexiona constantemente sobre la perdición y la redención. Es revelador que antes de los créditos finales dan un agradecimiento a la Ciudad, describiéndola como “un lugar muy especial”.
En el ámbito cinematográfico la relación México - Estados Unidos suele ser un metafórico “tocar fondo” para personajes gringos que terminan en México, particularmente en Westerns. México es un espacio sin ley donde los agentes federales no pueden atraparlos, donde la fiesta, el alcohol y el trabajo sexual en espacios como Tijuana o Ciudad Juárez, embrutece a estas personas y las aleja de las virtudes de su pasado americano. La imagen está principalmente basada en un tiempo y lugar muy específico (La frontera norte durante la revolución mexicana) que no aplica para la enormidad de ambos países, sin embargo esta imagen persiste. John Creasy llega a México arrastrando la culpa de una vida violenta, buscando sufrir por sus pecados, los cuales son explícitamente su trabajo de contrainsurgencia en países del Sur Global. Durante la primera hora del metraje es evidente su amargura por la vida, simbolizada por su alcoholismo y deseos suicidas. No obstante, su camino autodestructivo es detenido por intervención divina: una bala fallida durante su intento de suicidio. A partir de este momento Creasy comienza a tener una amistad genuina con Lupita y a creerse digno de continuar viviendo. Esta redención voltea las concepciones iniciales de México sin salir del exotismo y particular del lugar, dado que le da a la película un tono católico. Es un hecho literal que este guardaespaldas encuentra su razón de vivir en el amor de la virgen de Guadalupe (interpretada por Dakota Fanning).
El segundo punto de interés es que la película tiene una interpretación muy particular de la situación de seguridad de la Ciudad de México a finales del siglo XX. Tony Scott toma elementos reales de las décadas de 1970, 1980 y 1990 y los adapta como los antagonistas para Creasy; algunos de estos elementos los toma del modus operandi del Mochaorejas y la red de corrupción policial conocida como “la Hermandad”. La Ciudad que Scott presenta parece ser un lugar sin ley, donde nadie protege a sus ciudadanos de la delincuencia organizada. La excepción es Creasy, quien tras el secuestro de Lupita, utiliza sus habilidades para sistemáticamente asesinar a todos los involucrados con el secuestro y causar caos en distintos puntos de la ciudad. En dos días explota tres vehículos por Iztapalapa, la Narvarte y el Periférico, así como quema un antro en Ciudad Nezahualcóyotl. Si bien una pequeña división policial se mantiene “buena” y apoya a Creasy para buscar a los secuestradores, no hace absolutamente nada para detener el daño colateral de una persona que es evidentemente inestable. Otra lectura para la violencia de la segunda mitad de la película es la clásica arrogancia estadounidense, en la cual puede utilizar ubicaciones de otros países como un un patio de juegos personal, sin tomar en cuenta la vida de las personas que habitan estos pueblos y ciudades.
Aun con la trama del guión siendo tan impasible y orientalista con la vida mexicana, sigue existiendo un amor por la Ciudad de México que es difícil no verlo. Toda la película fue grabada en la Ciudad de México, con muchas locaciones en el Centro Histórico, Lomas de Chapultepec, la Roma, Iztapalapa, Cd. Neza, y otros lugares que no reconocí. Igualmente, todas las escenas de interior fueron grabadas en Estudios Churubusco. Lupita, una niña de las Lomas, va a una primaria en el mero Centro (probablemente el hecho más irreal) lo cual le da excusa a Denzel Washington de pasear por Santo Domingo y mostrar las zonas bellas de la ciudad. Además, el guión mantiene un poco de coherencia con qué personajes hablan inglés y cuáles español, así como mantiene un poco de agencia para los personajes mexicanos, si bien todos los protagonistas son 100% estadounidenses. A diferencia de prácticamente todas las películas publicadas en Cinescritos hasta ahora, no es una película que recomiende o que pueda rescatar por una maestría artística. Es entretenida y vale la pena ver en un día aburrido, pero creo que es interesante para toda la gente que hemos tenido el placer de existir en la Ciudad de México.