Escribe: Luis F. Sotres
En el imaginario occidental Australia suele ser considerada una frontera entre la civilización y la barbarie, con símiles al simbolismo que tiene “the Wild West” para Estados Unidos. El Outback, el desierto que cubre la mayor parte del país, acentúa la similitud al ser notoriamente uno de los ecosistemas más áridos y hostiles del planeta. La película integra este espacio como un personaje más y lo transforma en un espacio colorido y hermoso, inseparable de las aventuras que el guion narra. Si bien esta película no es tan conocida actualmente, su estreno en 1994 fue uno de los primeros éxitos comerciales del cine LGBT, introduciendo al público en general a una historia con personajes complejos que demuestran la diversidad sexual. Hay ciertos detalles que no han envejecido tan bien, sin embargo, las emociones de amor y alegría que transmite la película siguen tan vigentes como antes. Es en el yermo australiano donde el reparto puede experimentar la libertad sin límites, casando la identidad nacional con las vivencias queer.
La trama va así: Tick (Mitzi del Bra), una drag queen de Sydney, recibe una carta de su esposa que le ofrece dar un espectáculo en el hotel donde trabaja en Alice Springs, una ciudad en medio del Outback. Tick acepta la oferta con el propósito de reconectar con su pareja e invita a otras drag queens al espectáculo: Adam (Felicia Jollygoodfellow) joven y exuberante en su personalidad; y Bernadette una mujer transgénero recientemente enviudada. Como medio de transporte, adaptan un autobús escolar para transformarla en la titular Priscilla, la reina del desierto. En su camino a Alice Springs, sus aventuras las lleva a vivir los prejuicios de la población rural de Australia hacia la comunidad queer. El viaje funciona como una suerte de reflexión para los protagonistas, quienes experimentan las bondades y crueldades de la frontera de la sociedad.
La película no es perfecta y hay ciertos detalles en los que el entusiasmo reemplaza la habilidad. Notablemente creo que ninguno de los actores es una drag queen convincente, lo cual le da un aire de comedia involuntaria a las escenas de sus espectáculos. Aún así, no puedo sino volver a resaltar lo hermosa que es la fotografía y el vestuario de la película, hay muchas escenas para las que no tengo palabras para describir. El último aspecto a resaltar es la importancia que la película le da a Australia, que es omnipresente en todo el largometraje. La otra película emblemática de Australia, Mad Max, es una contraparte natural de Priscilla, algo así como su hermano heterosexual. Como recomendación personal, creo que ver ambas películas en una misma tarde sería una experiencia fenomenal.