Escribe: Luis F. Sotres
Jin-Roh nos invita a imaginar la siguiente situación (completamente ficticia): ¿Qué pasaría si un gobierno autoritario, motivado por los altos niveles de criminalidad, guerrilla y violencia, decidiera crear una súper policía militar especializada en contraterrorismo? En el mundo de Jin-Roh: The Wolf Brigade Alemania es quien derrota a Japón en la Segunda Guerra Mundial, la cual coacciona a Japón a un plan de modernización autoritaria que desestabiliza la sociedad y causa la creación de “la Secta”, un grupo de insurgencia de izquierda así como de la súper policía militar “Kerberos”. La película está basada en el primer capítulo del manga Kerberos Panzer Cop de Mamoru Oshii, quién también es guionista de la película. Desconozco el contenido del manga, por lo que mi reseña tratará exclusivamente de la película como una historia aparte.
La trama de la película gira en torno a Kazuki Fuse, miembro de Kerberos, quién durante una redada en las alcantarillas se paraliza ante la orden de ejecutar a una guerrillera. La mujer, al ser rodeada por el escuadrón decide explotar una bomba, la cual destruye la infraestructura eléctrica de la zona. A partir de este evento, la película explora el estrés postraumático de Fuse, así como narra las intrigas políticas entre la policía regular y la policía Kerberos. El punto de conexión narrativo entre las dos historias es la supuesta existencia de un grupo de contra espionaje ultra secreto en Kerberos, la titular Brigada de Lobos, que protege la institución a cualquier cambio político. Llanamente esta es una historia sobre la serpiente del fascismo, que promete respeto y amor para los hombres cuando entrega miseria para todas las personas. Fuse, como muchos otros, se enlista a Kerberos con la esperanza de encontrar respeto a su persona y amistad en sus compañeros, pero al final de la historia su vida está vacía: con la esperanza de ser lobos la juventud fascista terminan como perros de un amo sin rostro, sin amor y sin empatía por su existencia.
El aspecto más destacable de Jin-Roh es su valor estético, tanto en la visión del mundo que presenta como en la ejecución de éste. El Tokio del largometraje (el cual parece ambientarse en la década de 1960) es ordinario y monótono, se siente como el trayecto de regreso a casa después de un día especialmente pesado. Esta visión contrasta con los momentos de violencia, inesperadamente breves, donde el Estado se hace presente mediante la represión de la policía Kerberos, el único elemento disonante del mundo que presentan y podría considerarse ciencia-ficción. Cada policía usa un exoesqueleto que mezcla elementos de los uniformes del Tercer Reich con armaduras samurai, el cual oculta sus rostros y amplifica su capacidad de fuerza letal. El aspecto de la armadura evoca una emoción de asombro fuerte, particularmente para el público masculino, tanto por imagen intimidante como por la muestra de poder bélico y tecnológico.
Un obstáculo que tienen la mayoría de estas narrativas es la dificultad de criticar la estética fascista sin replicar los mismos elementos que la hacen atractiva. En la actualidad hay una gran cantidad de personas, en su mayoría hombres, que disfrutan mucho de actividades categorizadas típicamente como masculinas tales como el deporte, el cine de acción o juegos de temáticas bélicas. Si bien todas estas actividades son anteriores a la ideología fascista, ésta se amarra al estereotipo masculino y lo reclama como únicamente suyo. De esta forma lo que podría ser lúdico se vuelve un preparativo para la guerra total, para la supremacía del grupo correcto sobre el resto incorrecto.
Típicamente el fascismo logra esto dotando a sus ideas de una estética atractiva para la gente. La única forma de contrarrestar la seducción ideológica es mediante una formación intelectual que permita identificar estos elementos y ayudar a la gente a tomar decisiones deliberadas y premeditadas. Jin-Roh es una película que muestra la miseria de una existencia en una sociedad autoritaria, pero también es una historia que espera un público crítico y formado que entienda las ideas que el guion plantea.